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Un viaje turístico por la "Costa da morte" para llegar a los 82.000 kilómetros con nuestro Abarth 500



Hace unas semanas os contamos cómo nos íbamos a ir de vacaciones con Turbotín, nuestro Abarth 500 de la prueba de larga duración, para completar los 82.000 kilómetros a sus espaldas. Ya estamos sólo a 18.000 kilómetros de nuestro objetivo de 100.000, y todo sigue yendo tal y como esperábamos.

Para llegar y superar los ochentamil, un servidor, como buen gallego, decidió volver a su tierra por los meses de verano para visitar a la familia y hacer un poco de turismo. Para estar más de una semana fuera, y yendo acompañado por mi chica, te puedes imaginar que hay que preparar el maletero convenientemente. Y es que las mujeres (con perdón a mis fieles seguidoras), siempre mueven el doble de volumen de equipaje que nosotros...

Pero aún así, llevando la cámara réflex, zapatos, mochilas y bolsas de viaje, todo entró sin problemas en el maletero del pequeño Abarth. La ruta partía de La Rioja, y ponía rumbo a Ceé, que es un pequeño pueblo costero de la Costa de la Muerte, en La Coruña.



Para llegar allí, con 38 grados en el ambiente, tuvimos que cruzar la mitad de España, a través del Camino de Santiago. A pesar de existir autovías y autopistas prácticamente hasta el destino, preferimos tomar una ruta algo más “elaborada”, para llegar hasta Santiago de Compostela a través de una carretera comarcal, y seguir luego por una vía rápida hasta Muros, donde tomamos la carretera de costa que nos llevó, pueblo a pueblo, hasta el hotel elegido, en A Amaexinda, cerca de la citada localidad de Ceé.

En total cubrimos unos 725 kilómetros, lo que nos llevó seis horas y media, incluyendo una parada para comer en un área de servicio cerca de León. Más concretamente paramos en el Hostal Los Chopos, donde por primera vez en mi vida (y mira que he hecho viajes...), comí bien en el lunch de un área de servicio. Y mira que el menú no era ninguna “maravilla” (lasaña y pollo asado, coronado con flan de postre y un cortado). Salió barato (7€) y encima comimos de manera abundante y cómoda, rodeados del aire acondicionado imprescindible, y unas instalaciones modernas y sobre todo limpias. Vamos, que si tienes que parar en un área de servicio por la zona, os la recomiendo. Está en Villaherreros, en la A231, kilómetro 99.

¿Comida digna en un self service en una gasolinera? Sí! Es posible!

Pero me dejo de “promociones”, y sigo con el relato del viaje, ¿de acuerdo? Después de 725 kilómetros, logramos una media de consumo de 7,6 litros cada 100 kilómetros, y llegamos “en perfecto estado de salud”, demostrándonos una vez más a nosotros mismos que el 500 sigue siendo un coche más que capaz para realizar viajes largos sin mayor problema. Tiene pegada para adelantar, correr, subir, bajar... y lo hace sin que te canses demasiado. ¿Pegas? Seguimos echando de menos para viajes de este estilo una sexta marcha, para desahogar el motor y el consumo, y un control de crucero que nos vendría de perlas.


Como hotel elegimos el “Hotel de Naturaleza AV” (www.hoteldnaturaleza.com), nombre curioso, la verdad. Se trata de un pequeño hotel moderno situado en una pequeña villa (Ameixienda), con pocas habitaciones (no llegan a 20), decorado de manera minimalista, que mezcla a la perfección la arquitectura de un viejo edificio de la zona con instalaciones completamente modernas. Puedes bañarte en su piscina mirando al mar, dormir con vistas a la ría de Corcubión, y estás a tiro de piedra de algunos de los lugares más interesantes para visitar por la zona.

Bañarse mirando al mar y la ría es todo un lujo

Y es que si hay algo bonito por allí, esa es la zona que rodea a Carnota. Es “mi playa favorita” de toda Galicia. Es la más larga, con diferencia, y apenas está ocupada. Cuenta con una zona que es una especie de marisma que se llena y vacía según la marea, y toda la playa está espectacularmente conservada, formando una vista impresionante.

Carnota, además de una playa impresionante, tiene el hórreo más largo de Europa

Son más de ocho kilómetros y medio de longitud, y puedes perder dos horas o más en caminarla entera de un extremo a otro (súmale a eso la vuelta). El agua es cristalina y pura, pero también fría, muy fría... Pero lo mejor es que es todo natural a la vez que salvaje, lo que te da la suerte de no tener que encontrarte con el típico “overbooking” que vemos por la televisión en las playas con agua caliente de otros lugares de España.

Son casi nueve kilómetros de playa virgen

Por encima de Carnota hay un monte coronado por molinos de viento, y tras ellos tenemos una carretera en la que disfrutar. Es la AC400, que se puede combinar con la AC3404 y cerrar con la A550 de manera que puedes hacerte un tramo turístico donde te encontrarás rodando entre altísimos árboles, frondoso bosque, curvas preciosas sobre asfalto muy bien cuidado, y de cuando en cuando, una vista en picado hacia el horizonte y la playa de Carnota, que te dejarán sin habla. Es una ruta que en su total mezcla un buen puñado de kilómetros (60) pero que merece la pena hacerla con la calma, y si puede ser con el techo abierto, respirando el aroma y el aire de la zona, mejor que mejor. Te dejará una sensación inolvidable.

Ruta 100% recomendable

En ella me tocó, una vez más, reencontrarme con el espíritu del 500. Con el paso de los kilómetros créeme si te digo que no ha perdido una pizca de capacidad de divertirme. Los Michelín Pilot Sport 3 ya han sido protagonistas en anteriores entregas en este blog de alabanzas, pero es que una vez más se volvieron a mostrar como las mejores gomas “para todo” que se pueden montar en las llantas de 17 pulgadas de este coche, ofreciendo agarre para divertirse y pasar rapidísimo por las curvas. Pero no hace falta ir chirriando rueda para disfrutar, menos con estos paisajes y en este entorno. Basta llevar un ritmo vivo, jugar con los punta tacón en las reducciones, enamorarse del olor y el sonido de la retención en el escape del Abarth para tener una jornada única y divertida. Los amortiguadores dieron las primeras muestras de comenzar a estar algo fatigados respecto a su estado de nuevos. Es un detalle que hay que ser muy fino para apreciar, y es que el desgaste es tan progresivo que apenas te percatas si no andas cogiendo una unidad nueva de fábrica y un coche con 80.000 kilómetros, pero si llegara la necesidad de cambiarlos en breve, sin duda apostaríamos por montar el kit Koni FSD para recuperar y mejorar las sensaciones.

Por mi tierra siempre ha habido carreteras de curvas donde disfrutar

Por lo demás el Abarth se mostró en plena forma, y su motor sigue entregando la misma potencia con las mismas ganas que cuando tenía 50.000 kilómetros menos, estirándose hasta el corte sin rechistar, y empujando desde la parte más baja del cuenta vueltas.

Los frenos cumplen su función con potencia y buena resistencia al calentamiento, y la trasera se sigue colocando a voluntad si es necesario, mientras el TTC reparte el par disponible entre las ruedas delanteras de manera acertada.

Vistas impresionantes, se mire donde se mire

Y mientras estábamos disfrutando del curva a curva, como no puede ser de otra manera en Galicia, nos tuvieron que caer los típicos aguaceros de la zona. Cambio radical de situación entonces. Toca trazar más fino y limpio, ser más sosegado con el pedal del acelerador, y divertirse sin jugarsela demasiado. No es problema para las Michelín, que resisten sin hacer acuaplaning ni en las situaciones más complicadas.


Y tras el disfrute de curva a curva, nos paramos a dar un paseo por el bonito pueblo de Muros, de donde era mi bisabuela, por cierto. Allí se puede disfrutar tranquilamente por el paseo marítimo, y de su arquitectura de piedra típica de la zona, o tomarte unas tapas incluyendo un buen plato de madera cubierto de pulpo “a la feria”. Nuevamente nos sorprendimos entonces por la pequeña factura de comer semejante manjar viendo el mar...

Y entre rato y rato de playa (horas, más bien), hay otras cosas que no te puedes perder en la zona cercana a Muros y Ceé.

El Hotel Naturaleza AV es 110% recomendable

Por un lado tienes Finisterre y su faro. Un lugar considerado como el fin de la tierra por nuestros ancestros, y hasta el que llegamos con nuestro Abarth 500 para visitar el faro, donde se agrupaban un montón de peregrinos concluyendo su Camino de Santiago y tirando las botas al mar (mala idea desde el punto de vista ecológico).


Dentro de la misma Finisterre no te puedes perder darte un paseo por la misma ciudad, o visitar la hermita que está al lado del famoso faro (y que tiene un nombre para mí algo conocido: San Guillermo... qué cosas!).

Más hacia el sur queda Ézaro, un pequeño pueblo costero que tiene una impresionante cascada en su interior, resultado de un río que desemboca directamente en el mar. También tiene un mirador desde la parte alta del pueblo, donde se sitúa un embalse con una estación eléctrica, desde el que divisar una preciosa estampa de todas las playas cercanas.

La cascada de Ézaro te dejará sin palabras

Cada jornada concluía con el retorno al hotel AV, que nos enamoró con sus vistas, sus desayunos, el trato de sus propietarias, y el carácter y precio. 110% recomendable si os atrevéis a una escapada de una semana por estas tierras “del fin del mundo”.

Intentamos, por cierto, aprovechar la estancia para visitar un lugar denominado “El Castillo del Principe”, una construcción del siglo XIX creada en la entrada de la ría de Corcubión para defenderla de los ingleses. Tras seguir unos carteles turísticos a pie de carretera que nos condujeron a un camino asfaltado imposiblemente estrecho, acabamos terminando en un callejón sin salida, a cuyo lado derecho teníamos un precipicio de cientos de metros, y a su lado izquierdo montaña. Sin poder dar la vuelta en el sitio nos tocó subir más de tres kilómetros marcha atrás en un “desafío” que, aunque parezca mentira, se está convirtiendo en algo muy típico.



El camino correcto al castillo nos lo habíamos pasado, pero es que no estaba indicado, ni cabía un coche a su ancho, y lo que es peor (y es peor descubrirlo después de ir andando casi dos kilómetros a pie cuesta abajo) es que el castillo “no está abierto para visitas”. Hay que vivirlo para contarlo...

En el otro lado de la ría nos encontramos otra fortificación amurallada, también cerrada al público, y un precioso faro desde el que tomar fotografías.

Otra de las fortalezas amuralladas que protegían la ría de Corcubión

Tras completar varios días con rutas turísticas por estas zonas, y disfrutando de cada kilómetro del recorrido, que mezcla curvas con vistas impresionantes, perfectas para disfrutar de la conducción, nos tocó volvernos por donde habíamos venido, completando el viaje de cerca de tres mil kilómetros en menos de una semana.

Nuestro Abarth 500 volvió a cumplir, soportando el calor exterior y manteniéndonos más o menos frescos a pesar de los 38 grados ambientales, con el climatizador trabajando a destajo. Si a caso echamos de menos que el toldo que cubre nuestras cabezas fuera completamente opaco al sol, y no una tela perforada, puesto que el sol llega a mostrarse algo molesto en las horas centrales del día.

Vistas desde el mirador de Ézaro, sobre la cascada

Sea como sea, volvimos a casa, sanos y salvos, libres de cansancio, cómodos incluso, gracias a unos asientos que se muestran acertados, con una posición de conducción algo más erguida de lo que te gusta para conducir al ataque, pero que demuestran con el paso de los kilómetros que son un acierto. Tal vez los Sabelt nos gusten más por agarre, pero queda claro que cuando toca tragar kilómetros es mejor tener un asiento algo menos “duro”. ¿Me estaré haciendo viejo?

En fin, así concluyó la aventura de los 82.000 kilómetros para nuestro querido Turbotín. Por delante le resta lo que queda de verano, antes de llegar al track day en el Circuito de Navarra el próximo mes de octubre, donde volverá a enfrentarse a la dureza del trato en pista. También se someterá a algún extra de tramos de alta montaña, y unos cuantos viajes a Barcelona y Madrid antes de cumplir los 100.000 kilómetros a final de año, cuando acabará esta gloriosa y edificante prueba, que está demostrando que, más allá del problema del motor de arranque (sustituido en garantía), el Abarth 500 soporta el trato más duro que yo pueda imaginar: mi propio maltrato.

4 comentarios:

  1. Hola Guille, muy interesante tu viaje, dos cosas: dínos cuál será tú próximo coche, o al menos una pista, y saca a tu parienta!

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  2. Supongo que será un abarth para poder encuadrarlo aquí, y sólo puede ser un punto. A mí por una parte me gustaríamel 595 competzione que me gusta mucho, aunque por otra me gustaría algo con más candela, un mégane rs, astra opc o esperar un poco al nuevo focus rs, no sé.
    Sea cual sea te seguiremos.

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  3. Precioso reportaje, Guille. Tomo nota de tus consejos.
    Estoy totalmente de acuerdo con muchos de tus comentarios: sexta velocidad, velocidad de crucero, etcétera.
    En verano, tengo la impresión de que el climatizador es insuficiente, al menos al compararlo con el del coche de mi mujer.
    Un saludo y espero que nos veamos en Navarra!!!

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