Y siguen pasando las semanas, y seguimos acumulando kilómetros con el Abarth 500 de nuestra prueba de larga duración. Hace poco más de un mes que te traíamos un vídeo de reflexiones sobre los primeros 20.000, y como quien no quiere la cosa, al coche le han caído otros cinco mil más entre viajes a Madrid, Barcelona, Cantabria, y visitas a los tramos de pruebas que solemos utilizar.
A medida que pasan los kilómetros seguimos esperando poder tener algo nuevo que contarte, pero lo cierto es que a pesar del extremadamente duro trato que le estamos dando, conduciendo casi siempre a todas las posibildiades del coche, aprovechando neumaticos y frenos hasta sus últimas consecuencias, no nos ha fallado nada, o prácticamente nada.
El motor se muestra tal vez algo más suelto ahora que al principio de la prueba, y da la sensación de empujar algo más (sensación que trataremos de corroborar en banco) al tiempo que el consumo medio que llevamos durante la prueba se nos ha ido hasta los 10,1 litros a los cien, a consecuencia directa de realizar varios viajes largos "a toda pastilla" por problemas de horarios camino de Madrid para acudir a reuniones, presentaciones y pruebas.
Ahora que ha llegado el invierno duro, echamos de menos poder contar con unos buenos neumáticos específicamente diseñados para la época invernal pues el hielo, la nieve y la cantidad de lluvia coartan el poder aprovechar bien las capacidades del pequeño modelo italiano, aunque de momento al menos no nos hemos llevado ningún susto más de la cuenta.
El TTC sigue colaborando cuando no hay todo el agarre que uno querría en el eje delantero, pero la rigidez de la suspensión no es lo óptimo sobre asfalto mojado.
El ajuste y la respuesta de los elementos interiores del habitáculo sigue siendo la de cuando era nuevo. A pesar de conducir fuerte por carreteras con asfalto roto, a pesar de contar con el techo solar, y a pesar de la suspensión dura, el coche no cruje en ningún momento, y siguen sin aparecer los temidos grillos que atestiguan una baja calidad de montaje. El Abarth 500, en este respecto, se sigue mostrando sólido como una roca.
Las únicas pegas que tenemos han sido dos veces que el sistema del Blue&Me se ha colgado, y ha dejado de responder a nuestras órdenes, bloqueando la pantalla central del cuadro de relojes inexplicablemente, y luego, el juego que está cogiendo la palanca de cambios, algo por otra parte bastante típico, y que al menos de momento no afecta al funcionamiento de la transmisión para nada.
A medida que pasan los kilómetros, lo que sí que tenemos claro es lo que le pediríamos a Abarth para mejorar, y sigue siendo lo mismo: Nos gustarían unos amortiguadores que recogieran mejor a los muelles de serie (los Koni FSD que probaremos próximamente pueden ser la respuesta), nos gustaría que el Blue&Me fuera más intuitivo y tuviera cosas como streaming por bluetooth de música y avanzar-retroceder en las pistas de audio, y nos gustaría poder regular la dirección en profundidad, así como que tuviera más feedback.
Seguiremos exprimiendo a Turbotín, sobre todo ahora que tenemos otro gran viaje en mente para ponerlo a prueba, rememorando en el mes de abril la Mille Miglia italiana de 1957, por carreteras comarcales. ¿Resistirá otro duro viaje a toda mecha? Apuesto por ello, pero te lo contaré en unas semanas.
A medida que pasan los kilómetros seguimos esperando poder tener algo nuevo que contarte, pero lo cierto es que a pesar del extremadamente duro trato que le estamos dando, conduciendo casi siempre a todas las posibildiades del coche, aprovechando neumaticos y frenos hasta sus últimas consecuencias, no nos ha fallado nada, o prácticamente nada.
El motor se muestra tal vez algo más suelto ahora que al principio de la prueba, y da la sensación de empujar algo más (sensación que trataremos de corroborar en banco) al tiempo que el consumo medio que llevamos durante la prueba se nos ha ido hasta los 10,1 litros a los cien, a consecuencia directa de realizar varios viajes largos "a toda pastilla" por problemas de horarios camino de Madrid para acudir a reuniones, presentaciones y pruebas.
Ahora que ha llegado el invierno duro, echamos de menos poder contar con unos buenos neumáticos específicamente diseñados para la época invernal pues el hielo, la nieve y la cantidad de lluvia coartan el poder aprovechar bien las capacidades del pequeño modelo italiano, aunque de momento al menos no nos hemos llevado ningún susto más de la cuenta.
El TTC sigue colaborando cuando no hay todo el agarre que uno querría en el eje delantero, pero la rigidez de la suspensión no es lo óptimo sobre asfalto mojado.
El ajuste y la respuesta de los elementos interiores del habitáculo sigue siendo la de cuando era nuevo. A pesar de conducir fuerte por carreteras con asfalto roto, a pesar de contar con el techo solar, y a pesar de la suspensión dura, el coche no cruje en ningún momento, y siguen sin aparecer los temidos grillos que atestiguan una baja calidad de montaje. El Abarth 500, en este respecto, se sigue mostrando sólido como una roca.
Las únicas pegas que tenemos han sido dos veces que el sistema del Blue&Me se ha colgado, y ha dejado de responder a nuestras órdenes, bloqueando la pantalla central del cuadro de relojes inexplicablemente, y luego, el juego que está cogiendo la palanca de cambios, algo por otra parte bastante típico, y que al menos de momento no afecta al funcionamiento de la transmisión para nada.
A medida que pasan los kilómetros, lo que sí que tenemos claro es lo que le pediríamos a Abarth para mejorar, y sigue siendo lo mismo: Nos gustarían unos amortiguadores que recogieran mejor a los muelles de serie (los Koni FSD que probaremos próximamente pueden ser la respuesta), nos gustaría que el Blue&Me fuera más intuitivo y tuviera cosas como streaming por bluetooth de música y avanzar-retroceder en las pistas de audio, y nos gustaría poder regular la dirección en profundidad, así como que tuviera más feedback.
Seguiremos exprimiendo a Turbotín, sobre todo ahora que tenemos otro gran viaje en mente para ponerlo a prueba, rememorando en el mes de abril la Mille Miglia italiana de 1957, por carreteras comarcales. ¿Resistirá otro duro viaje a toda mecha? Apuesto por ello, pero te lo contaré en unas semanas.
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